Por Pablo Codesido
Recientemente un gran supero me comentó con cierta preocupación, como durante el transcurso de una Beach Race sufrió una “rotura de fibras” en sus isquiotibiales, y que lo dejó sin poder continuar la competición. Sirva esta introducción como homenaje a este supero y a todos aquellos que ante todo disfrutan con este deporte, porque además es una forma de luchar por él; ya sea quedando de primero o de último en una competición, pero siempre participando.
Además de la preocupación por el manejo de la lesión muscular, el volver a la actividad es una de las cuestiones que más ansiedad nos producen. ¿Me pongo hielo?, ¿tomo los antiinflamatorios?, ¿empiezo la rehabilitación?…un montón de preguntas.
Lo primero es saber de qué estamos hablando. Sin muchas complicaciones debéis saber que la fibra muscular está formada por células contráctiles especializadas en conseguir trabajo mecánico a partir de la interacción de ciertas proteínas como la actina y miosina. Hablamos de musculo estriado o musculoesquelético, ya que también lo hay liso, por ejemplo, en nuestro sistema digestivo o nuestros vasos sanguíneos. Y también, como no, músculo cardíaco. La anatomía básica del músculo esquelético podemos dividirla en vientre muscular, unión miotendinosa y tendón, que es la estructura que une el músculo al hueso. Hay una estructura muy importante y desconocida que es la fascia muscular que para entenderlo de forma sencilla, os diré que es tejido conectivo (fibroso) que rodea o sujeta al músculo, donde a veces también se produce lesión. Como veis, la fibra muscular no deja de ser un conglomerado de células musculares que trabajan de forma conjunta. Las fibras pueden ser tipo I o blancas (contracción lenta, metabolismo aeróbico y muy resistentes a la fatiga) y de tipo II o rojas (contracción rápida, muy fatigables).
Una vez entendida la anatomía os diré que las lesiones musculares llegan a aparecer hasta entre un 20-50% de deportistas profesionales y un 20% de amateurs, aunque hoy en día con el auge de deportes de resistencia como running, trialthlon o Stand Up Paddle Race, yo dividiría a los deportistas según sus objetivos y nivel de entrenamiento. El futbol es el deporte más estudiado en este sentido, y las noticias diarias hacen que nos acostumbremos a oír eso de que ”va a estar 3 semanas de baja por lesión muscular en sus isquiotibiales”. El 90% de estas lesiones son en miembro inferior, fundamentalmente en isquiotibiales, cuádriceps, gemelos y adductores. Son más frecuentes durante la competición que durante los entrenamientos aunque muchas se producen “en frío”. En el futbol profesional se ha estimado hasta un 16% de recurrencia en afectados por estas lesiones.
Los factores de riesgo para sufrirlas son diversos, ciertas enfermedades por ejemplo. Pero centrémonos en lo más frecuente o importante para un deportista sano, a mi modo de ver el asunto:
1º. Lo primero la edad (lo siento queridos cuarentones…), los jóvenes están en menor riesgo, por eso nosotros debemos de ser más precavidos.
2º. Fatiga: sobre entrenamiento o exceso de competiciones.
3º. Falta de entrenamiento “de calidad” por defecto o exceso, lo que a veces lleva al punto anterior.
4º. Mala nutrición, stress y falta de sueño (mal descanso).
La clasificación de estas lesiones para intentar ver su severidad y acciones a tomar en cuanto a tratamiento han sido diversas. Primero por el número de días que te dejan parado, luego por el tipo de síntomas, es decir, si aparecen con dolor, con incapacidad para el movimiento como andar, con o sin hematoma o incluso con el típico “hachazo” al tocar la musculatura. Una de las maneras actuales de clasificarlas es por técnicas radiológicas como la ecografía y la resonancia magnética (RNM). Ojo, no son obligatorias. Estamos muy acostumbrados a oír que se le hizo una RNM a un jugador de futbol importante, pero esto en deporte donde no se juegan millones de euros por una mala decisión, no es tan importante. Los pies en el suelo (o en la tabla si es posible). Lo más importante es que vuestro médico la explore y clasifique para valorar la necesidad de pruebas de imagen o determinadas terapias.
La lesión suele aparecer con ese típico “tirón” o desgarro que te deja con la sensación de que algo se rompió. Duele, más al moverse. El hematoma puede aparecer o no, unas veces rápido pero otras, días tras la lesión, e irse expandiendo ya que no deja de ser un pequeño sangrado interno que va a formar las bases de una cicatriz y una reparación posterior. Ahí tenéis la clave de todo el tratamiento, favorecer la reparación. El cuerpo humano tiene unos plazos fisiológicos para curar la lesión. Con muchos matices se necesitan aproximadamente unas 3 semanas para una cicatrización básica aunque claro está, esto depende de la severidad de la lesión. No es igual una lesión de milímetros que sólo molesta, que un desgarro del 70% del vientre muscular. Luego es fundamental ir evaluando la progresión de la lesión de forma paulatina, de nuevo la acción del médico es muy importante.
Cuando se produce la lesión las medidas básicas de tratamiento incluyen el descanso, frío, vendaje compresivo y elevación del miembro al que añadimos analgesia (terapia RICE en inglés: rest, ice, compression, elevation). Lo del descanso es fundamental, ya os lo dije antes. Por mucho que lo intentéis, la lesión, según su gravedad tiene unos tiempos; de ahí la importancia del médico para su control. El frío al principio, un poco de hielo para el control de la inflamación y el hematoma. Pocas veces se da pero hay “síndromes compartimentales” que hacen hinchar muslo o pierna pudiendo afectar a vasos sanguíneos y nervios, y eso si es un problema grave. El vendaje debe ser suave, poco compresivo simplemente para contener la inflamación y mejorar el dolor. Y la elevación del miembro para que no se produzca esa compresión de la que os he hablado. Los analgésicos y antiinflamatorios evidentemente se usan para el dolor y para evitar de nuevo esa compresión tan peligrosa. No creo en medicaciones milagrosas, si estudias profundamente la lesión sabes que lo importante es hacer las cosas bien. Hay terapias como “los factores de crecimiento” que pueden aplicarse en casos muy seleccionados, pero todavía queda mucho que investigar. Luego viene el periodo de la desesperación de descanso y esperar a que ceda el dolor y la inflamación para estar en unas condiciones que nos permitan empezar la rehabilitación y la readaptación deportiva. Sobre esto no os hablo ya que es todo un mundo y no mi especialidad, pero sí os diré que creo que es tan importante como un buen manejo médico.
Recurrir a la cirugía es muy poco frecuente, pero algunas desinserciones o avulsiones del tendón al hueso si pueden ser quirúrgicas, aunque realmente aquí estamos hablando de lesiones en el tendón o la unión miotendinosa. La lesión de un vientre muscular, la típica “rotura de fibras” no necesita de cirugía en la inmensa mayoría de los casos.
La prevención es posible. No solo con estirar, hay mucha controversia respecto a esto. Informaros con un preparador físico/entrenador para al menos incluir en vuestras salidas superas un mínimo calentamiento, que puede incluir estiramientos. Vuelvo a los factores de riesgo para prevenir, la edad no hay quien nos la quite, pero sí podemos mejorar nuestra dieta, nuestro descanso y nuestras formas de entrenar o simplemente de disfrutar. Plantearse unos objetivos siempre es positivo, tal carrera, tal travesía, tales olas…Sabed que recientemente un grupo de médicos franceses ha prescrito el SUP como terapia para diversas afecciones, entre ellas lesiones musculoesqueléticas. Y perdón por el atrevimiento pero….¡ya os lo decía yo!
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