Por Pablo Codesido
La rodilla sigue siendo el caballo de batalla de muchos deportistas. Lo bueno de nuestro deporte es que en principio, el impacto sobre la rodilla no es alto, pero el SUP es un deporte cuya agresividad puede variar del 0 al 10 dependiendo de vuestras propias motivaciones. Así, es muy frecuente que se efectúen giros bruscos que impliquen la rodilla, y no es infrecuente ver en consulta surfistas y ¨superos¨ que en un giro sobre la ola han sentido una sensación extraña en su rodilla. Incluso una mala caída desde la tabla de race intentando mantener los pies en su sitio lo puede producir. Evidentemente, ante tales situaciones, lo primero que hay que hacer es evaluar dicha lesión en el traumatólogo y realizar la exploración correspondiente. Pero qué sucede si nos dicen: “puede tener usted lesionado el menisco”. ¿Hay que operarlo?
Recordemos un poco de anatomía de la rodilla y del menisco. Tenemos dos meniscos en cada rodilla, uno interno y otro externo, ambos en forma de semiluna que cubren unas 2/3 partes de la superficie tibial. Es un tejido denominado fibrocartílago. El tercio interno de un menisco es denominado zona blanca porque no tiene vascularización ni terminaciones nerviosas…y por lo tanto no duele. Aproximadamente el tercio externo es denominado como zona roja, deduciríais que es porque ahí sí que llegan los vasos sanguíneos, es decir, la sangre y que por lo tanto tiene buena inervación…y duele. Luego tendremos una zona de transición roja-blanca más o menos extensa. Esto es fundamental para que entendamos luego por qué lo quitamos, por qué lo reparamos o por qué no lo tocamos. Fijaros en las ilustraciones.Las otras dos articulaciones son la esternoclavicular (unión clavicula-esternon) y la escapulotorácica ( entra las costillas y la escápula). Aunque forman parte del complejo del hombro las dejamos un poco a parte cuando nos referimos a lesiones del deporte por ser mucho menos frecuentes.
Recordemos también que los meniscos tienen una función muy bien definida: facilitan la transmisión de cargas, la congruencia y estabilidad de la rodilla y facilitan la absorción de impactos. La verdad es que dicho esto, jamás se me ocurriría quitar un menisco de su sitio. Y es verdad, quitar aunque sólo sea un pequeño pedazo del mismo tiene consecuencias, es decir que el desgaste del cartílago y la degeneración articular (artrosis) avancen.
Hay dos formas fundamentales de romper un menisco. Primero, de forma traumática, por ejemplo ese giro brusco en la tabla…o resbalando en una acera. Segundo, en personas con una rodilla ya desgastada donde la línea articular se estrecha y se acaba dañando el menisco. Como deduciréis esta última forma es más común a partir de la cuarta década de la vida, y son roturas de origen crónico. .
Y ahora vamos con los tipos de rotura. Y ya complicamos las cosas: oblicua, longitudinal, vertical, horizontal, transversa, degenerativa, compleja, en pico de loro, en asa de cubo…Explicarle esto al paciente se puede convertir en una tortura. Pero debéis saber que para el traumatólogo el tipo de rotura es importante. Imaginaros una hoja de papel. Romped un poco de uno de sus bordes, está roto pero todavía puedo escribir en él. Vale, pues ahora rompedlo un poco más y voltear la zona rota. Quizá ahora ya no vale para escribir y aún encima me molesta si lo intento. Es un ejemplo un tanto simplón, pero se trata de entender que hay roturas que son “estables” y otras que no. La estabilidad permite que el menisco siga haciendo su función en aquellas rodillas que no están dañadas. Un gran fragmento meniscal inestable que “baile” dentro de la articulación y traccione de la zona roja puede producir dolor y otros síntomas.
Lo que determina dicha estabilidad a la hora de tomar una decisión como operar son los síntomas que se presenten en la rodilla y otros signos que vemos en pruebas de imagen, y ahí la experiencia y habilidad de vuestro traumatólogo para detectarla es fundamental. Los pacientes con roturas traumáticas agudas y síntomas mecánicos como dolor al andar o correr, bloqueos o derrames sucesivos tienen mejor pronóstico al operarlos que aquellos con desgaste articular y roturas degenerativas. Esto no quiere decir que los segundos no puedan beneficiarse del tratamiento quirúrgico.
La cirugía consiste pues en estabilizar al menisco, lo que a veces pasa por quitar una pequeña porción inestable. En algunos pocos casos se puede coser, sobre todo en roturas de esa zona roja. En contadas ocasiones se han realizado incluso transplantes de menisco. La técnica quirúrgica que empleamos casi ya de forma unánime es la artroscopia, donde no hay que “abrir” la rodilla.
Otra pregunta frecuente es, “doctor, si me quito el menisco la a la larga tendré antes una artrosis…” Pues sí, si se lo quitan a usted todo, pero dependiendo del porcentaje retirado, el beneficio de quitarse una pequeña porción de menisco (como suele ser habitual) puede ser mucho mayor que el de no quitarlo. Además, si quiero hacer deporte y esto me lo impide, pues adelante.
Mi recomendación, como siempre es que acudáis a vuestro traumatólogo, él os explorará, os preguntará por todas las condiciones que rodean vuestra rotura, es decir, cómo se produjo, el tipo de actividad que realizas, los síntomas, los hábitos… y os dará una respuesta adecuada a vuestra situación apoyándose en pruebas diagnósticas como la resonancia magnética.
Acordaros de mejorar siempre vuestra técnica,entrenamiento y preparación física para evitar que los giros bruscos de rodilla acaben lesionando vuestra rodilla.
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